"Si crees que estás iluminado, pasa una semana con tu familia."
Eso decía Ram Dass, y tenía tanta razón.
Acabo de pasar tres semanas con mi mamá… y, para mi sorpresa, todo fluyó bastante bien.
He cambiado. Seguramente ella también. Pero lo que he aprendido con los años (ahora que pasé los 40) es que, si quiero ver cambios, tengo que empezar por mí. Seguro que esto lo entendiste hace rato, pero yo me demoré. Me resistía a la idea. Pensaba que, para que mi vida mejorara, todo a mi alrededor tenía que cambiar. Que ellos tenían que cambiar. ¿Te suena? Porque a mí me tomó escucharlo un millón de veces para que realmente me hiciera sentido.
Aprendo a través de los errores.
Y, para colmo, descubrí que está en mi naturaleza. En el Diseño Humano, mi perfil es 3/5—Mártir/Hereje. (Si nunca has visto tu carta, búscala. Es básicamente un manual de instrucciones de tu personalidad). El "3" significa que aprendo a través de la experiencia, ensayo y error. El "5" es alguien que cuestiona lo establecido y comparte lo que descubre. Y sí, tiene sentido. Me he castigado tanto por mis errores, grandes y pequeños, pero ahora veo que, en realidad, ahí está mi mayor aprendizaje: en la experiencia, en la evolución.
Gran parte de este cambio se lo debo al trabajo personal que he hecho, en especial a la terapia EMDR (de verdad, si pueden hacerla, háganlo). Pero algo que me marcó profundamente fue estudiar Kabbalah este año. Me enseñó que uno no tiene problemas porque le pasaron cosas en la vida, sino que viene con esos temas y vive ciertas experiencias para poder sanarlos.
Impactante, ¿no?
Obvio que esta idea puede ser fuerte, sobre todo para quienes han vivido situaciones muy difíciles. Pero, para mí, fue un cambio de perspectiva total. Yo tenía mis pequeños traumas de infancia y los andaba cargando como si fueran pruebas de que la vida era injusta conmigo. Hasta que un día escuché esa frase que dicen por ahí:
"Esto no está pasando a ti, está pasando para ti."
Y ahí está la clave. La vida no es lo que nos pasa, es cómo reaccionamos. En Kabbalah dicen que la única libertad real que tenemos es elegir cómo respondemos a cada situación. Y ahí es donde entra mi mantra:
Pausa. Qué placer.
O mejor aún: Pausa. Qué oportunidad.
Porque en ese microsegundo, entre lo que pasa y cómo reaccionamos, hay espacio para hacer algo distinto. Y ahí, en ese pequeño instante, está la verdadera magia.
He estado probando esto con mi familia y hasta le conté a mi mamá, ¡y le gustó la idea! Todos estamos creciendo juntos, a veces es un poco desordenado, pero sin duda está mejorando con los años. Ahora puedo ver cómo estoy convirtiendo todos los desafíos que he enfrentado, especialmente con mi familia, en algo realmente positivo.